20110430

Cuando mañana sea hoy.





Desde hace un tiempo, estoy muy desconcertada en cuanto a todo lo que me concierne; sí, no estoy segura de la mayor parte de las cosas; sé que probablemente, cada día, después de unas horas de sueño y con el nuevo regreso del astro rey, cambie de opinión; que hoy, que ayer era mañana, la realidad no será la misma. Como si hubiera miles de realidades paralelas y yo viviera cada día en una, y digo miles, porque todavía no he visitado ninguna dos veces: hoy quiero estudiar esto, mañana lo otro; que cuando hoy era ayer te quería, cuando hoy son las siete te envío a la mierda, y cuando hoy es mañana escribo para él. A mí me gusta imaginar las realidades como centros comerciales gigantes, hechos de cristal en su totalidad; cada día entro en uno, sola, no hay nada dentro, visito todas y cada una de las habitaciones, despacito, tengo veinticuatro horas, algunos días veinticinco, incluso veintiséis, gracias a horas lentas en que el reloj decide parar en cada segundo dos de los mismos; cuando llego a la puerta de la parte izquierda de la última planta, me giro, observo mi día desde las alturas, y abro la puerta que da paso a un puente también de cristal, por el cual siempre paso corriendo por miedo a que se rompa, a que me rompa la vida; justo entonces, me doy cuenta de que quiero volver a mi anterior realidad, de que tal vez, también quiera escribir para él hoy, o quererte, o acercarme a besarte, para terminar la película que yo misma empecé ayer y que hoy, que ya no es mañana, dejaré atrás. Entonces me giro, y corro hacia la puerta anterior, para quedar con las manos contra el cristal y la cara llena de lágrimas, con miedo de visitar mi nueva realidad, con sus nuevas ideas, con su no querer.
Que tal vez, en la siguiente habitación me muera de miedo de lo nuestro, eso que no existe pero podría aparecer de repente, de la mano de un descuido, porque quizás me agache a hacerme más nudos en los cordones de las zapatillas, y al levantarme encuentre tu cara a dos centímetros, y entonces, ¿qué? Será a mitad de mi día de veintiséis horas, y aunque corriera hacia la puerta, estaría cerrada, de hecho, tal vez, aunque fuera y la pataleara descargando furia, y consiguiera abrirla; todo hipotéticamente, puesto que las puertas de las realidades únicamente se abren pasado un día; al correr por el puente, en un segundo de lucidez, me diera cuenta de que quiero besarte; como siempre, tarde.
Porque hoy, que ya no es ayer, ya no quiero besarte, puesto que escribo para él, sin darme cuenta hasta releerlo y sentirme terriblemente confusa en medio de la nada, en medio de todo. Y porque como siempre, cuando mañana sea hoy, pensaré en aquel, escribiré para aquel, querré besar a aquel. Cuando mañana sea hoy, me daré cuenta de recuerdo exactamente donde tengo que rozarle, en la parte derecha inferior del vientre, para que se ponga cien, y también de que si le muerdo el lóbulo de la oreja, se pondrá a mil; de que adora los abrazos muy fuertes. Y de que conozco su mirada de "no estoy de acuerdo", la de "hasta mañana" y mi preferida, la de "te echo de menos". Porque cuando mañana sea hoy lo veré con esa camiseta negra que adoro, correré hacia él, y me quedaré en la habitación contigua, observando desde el silencio, con mis sensaciones variopintas; aun sabiendo, que unos cuántos no, se han unido para formar un sí, que viene de la mano de su mirada de "abrázame".
Y aun así, aunque aquel tenga un loft en cada realidad; aunque elimine todo lo demás; el silencio os trae de la mano a él y a ti, que tal vez ayer, fuerais, cada uno en sus realidades, nosotros; pero siempre dejaréis de serlo, cuando mañana sea hoy.





Siento no haber escrito en un tiempo, lo cierto es que me daba miedo lo que pudiera salir al poner los dedos sobre el teclado.